Es lamentable la situación que se vive
en la Cámara Baja según la información de El Mercurio publicada en el día de
hoy con respecto a la abolición de cuatro comisiones entre las que se
encuentran los Adultos Mayores siendo traspasada a la comisión de Familia. Es por
ello, que en esta ocasión me quiero referir a los longevos, dado que este mes en particular,
al menos en la comuna de Villa Alemana han sido participes de variadas
actividades donde se les ha reconocido y valorado como los protagonistas que
deben ser y no como el grupo etario que al parecer está siendo renegado.
El aumento de la población, implica un
desafío en varios aspectos para la sociedad actual frente a situaciones como la
antes expuesta. Se puede decir que ser “viejo” en Chile no es ningún
privilegio.
Actualmente en nuestro país, las
cifras hablan de 2,6 millones de personas de 60 años, lo que los sitúa en más
del 15% de la población con una esperanza de vida que llega a los 79 años
promedio (Senama, 2013), es a partir de esta afirmación que el llamado a la
inclusión y a la incorporación de desafíos tales como la planificación de
viviendas y desarrollo urbano, planes de salud e integración social o el respaldo
de pensiones y jubilación, no pueden ser dejados de lado. Con la falencia
ocurrida, se está demostrando que llegar a la vejez se ha convertido en un
sinónimo de descontento social, en vez de situarlo como un estado placentero.
Tal como lo señala el Servicio
Nacional del Adulto Mayor (SENAMA), “El buen envejecer tiene relación directa
con la autonomía, con la capacidad de la persona mayor de prolongar, optimizar
y utilizar las condiciones favorables de la salud en función de comunicar su
historia, de mostrar su experiencia, lograr la participación, tener calidad de
vida y mantener el bienestar durante la vejez”. Me pregunto entonces, ¿Cómo
vamos a asegurarles bienestar y mejoras en su calidad de vida, si siguen siendo
tratados como personas sin voz?
El rol de Concejal me ha entregado la
oportunidad de asistir a diferentes agrupaciones que los convocan, tal como
juntas de vecinos, clubes o reuniones donde me exponen sus inquietudes.
Agradezco estas instancias, porque me han permitido recopilar datos y situaciones
cotidianas, que nadie más que ellos me hubiesen informado. Claros ejemplos como
que el Metro les pida renovar el carnet todos los años, con el “regalo” del 50%
de rebaja, traducido finalmente en 5.000 mil pesos, (que si bien podrían ser
ahorrados para otros fines como médicos, de arriendo o alimentación), no
concibo percibir cual es la real intención del servicio. ¿Renovar el carnet
para devolverles juventud o para seguir estigmatizándolos como minoría?
Otra de las cosas que me llaman la atención
es cuando tratan de tomar una micro, los choferes no toman conciencia de lo que
para algunos implica el esfuerzo de subir el primer escalón, pareciera que la
impaciencia, la rapidez o el tiempo son los principios de su trabajo. ¿No habrán sido estos conductores criados o
visitados por sus abuelos?, ¿No existirá la misma imagen adulta al llegar a
casa?, la memoria también es frágil.
Por último, las pensiones miserables
que reciben, los limita a comprar en la feria lo justo para repetirse el mismo
plato de comida todos los días, un “buffet” que no da para más que una sopita.
Si no colocamos las cosas en la
balanza como corresponde, la misma realidad nos va a perseguir en los próximos
30 años porque más temprano que tarde seguirán liderando a la población, cabecilla
a la que algún día llegaremos todos los restantes.
Si las autoridades no son capaces de resolver,
respetar y tomarlos en cuenta, el panorama seguirá siendo el mismo: Millones de
insatisfacciones e injusticias no resueltas. ¿Será óptimo que pasen a ser carga
de una comisión que debe apelar a solventar otras materias?, esto no es más que
un acto de discriminación frente a personas sabias y admirables, a las que les
debemos oportunidades tan solo por el hecho de ser el cimiento de cada una de
las familias que componen nuestro entorno.
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